El arte español del Siglo de Oro -afirma una tradición historiográfica ya centenaria- puso la imitación del natural al servicio de la religión. Su exacerbado naturalismo es el resultado de la apasionada fe de aquel lugar en aquella época. Crimen e Ilusión defiende lo contrario: sostiene que el problema fundamental de los artistas del Barroco español no era la imitación, sino la verdad, y que una parte, tal vez la mejor parte, de la imaginería de nuestro Barroco se entiende mejor como un complejo ejercicio destinado a disipar las dudas de sus espectadores. Sobre el horizonte de un emergente empirismo, los artistas crearon sus imágenes como evidencias, como argumentos para creer. Crimen e ilusión aborda este aspecto judicial o forense de las imágenes de la Alta Edad Moderna en el interior de un triángulo político, religioso y científico. Por último, explora la reflexión escéptica de pintores y escultores ante el problemático vínculo que liga a las artes figurativas con la verdad.