En Cuentos feroces, el escritor francés Léon Bloy recoge, literariamente reelaborados, episodios crueles hasta el límite vividos u oídos en la guerra francoprusiana (1870-1871), en la que el autor combatió como voluntario del Ejército del Loira. Para Bloy, la guerra no es una maldición, sino un principio de liberación, una repetición del Armagedón del Apocalipsis que, al precipitar la historia, traerá necesariamente la consumación de los tiempos y el anhelado Reino de Dios. Pero más allá de la materia bélica, omnipresente, todos los cuentos de esta selección están presididos por las obsesiones de Bloy, que otros, que él mismo, llamaban fe: la interpretación en clave sobrenatural de sucesos históricos, la convicción religiosa inconmovible, la diatriba virulenta, el ejercicio fanático del nacionalismo francés, el tono profético, de dureza extrema, el desprecio absoluto por lo burgués, identificado con lo demoníaco, etc. Todos los componentes temáticos de la obra, antipáticos o, cuando menos, incómodos a primera vista, se combinan, con la argamasa de una prosa refulgente, incendiaria, dando como resultado una obra de arte abrasiva, que quema las manos y los ojos de quien la lee.