Uno de los rasgos más sobresalientes del mundo contemporáneo es el triunfo de lo percibido como efímero. El movimiento, las transformaciones, los cambios han incrementado su velocidad hasta tal puntoque existe una sensación de desvanecimiento de valores y creencias que pensábamos estables. Frente a ello, las comunidades y los individuos se fragmentan en sus respuestas. Hay quienes siguen adelantey abrazan las novedades y las exploran y los que, por el contrario, protagonizan procesos de formación reactiva retornando a un pasado identitario imaginado como permanente, y reivindicando valores que, muchas veces, los historiadores no reconocen como propios de ese pasado que ensalzan.