Del mismo modo que los corpiños armados con ballenas modificaron durante siglos la silueta del cuerpo de las mujeres condicionando sus movimientos y el ritmo de su respiración, la literatura se ha mostrado, a lo largo de su historia, como un espacio propicio para el desarrollo de una serie de modelos de mujer que han contribuido a encorsetar los comportamientos y a reducir las actitudes, los pensamientos y las emociones femeninas al diámetro propio de una cintura de avispa. Tanto en la literatura como en otras disciplinas artísticas son numerosos los personajes femeninos sobre los que ha recaído la culpa de llevar a la perdición a un solo hombre, a su familia o a todo un pueblo y que han funcionado como un espejo en el que se reflejaban los anhelos y los miedos de la sociedad de su tiempo.