Samanta es una luchadora y no concibe su vida sin un afán de superación constante, entre su rutina y su deseo de quebrarla;entre números en tablas de Excel y versos medidos, nacidos de eso que sólo los poetas poseen: alma. Y aquí su historia nos muestra rasgos psicológicos, del yo íntimo además del yo social, de todos los personajes aparecidos en la primera historia hasta convertirlo en un thriller en esta segunda obra. Como dijo Bukowski, el final es feliz sólo porque alguien decidió parar de escribir ahí. Pero Inmaculada gira el tornillo y nos cuenta que se puede ser mucho más feliz e inmensamente peor persona. Donde la felicidad le corresponde a la incansable Samanta, aunque debe ganársela, una vez más, a pulso;y la maldad a oscuros personajes de ese pasado que le asaltó hasta centrar su vida y obra en la Manhattan medieval de Toscana: San Gimignano.