Vitoria-Gasteiz, 12 de febrero de 1955. Arturo Santamaría sale de los servicios del bar Carabanchel y, sin mediar palabra, efectúa cinco disparos a quemarropa. Deja cuatro personas muertas y otra muy mal herida y sale tranquilamente del establecimiento para emprender la huida, dejando atrás varios testigos y su paraguas. Pocas horas después es abatido por las fuerzas de seguridad en las inmediaciones de la estación de ferrocarril. El suceso causó un enorme revuelo en la tranquila ciudad vasca y se tejieron todo tipo de especulaciones, aunque la versión oficial es que el atacante sufrió enajenación mental. Fruto de una intensa investigación, los autores de El crimen del Carabanchel reconstruyen minuto a minuto el suceso, a la vez que retratan la sociedad de entonces para poner negro sobre blanco algunos detalles poco conocidos de las víctimas y el verdugo, abriendo la posibilidad de un móvil político para los asesinatos.