Podría decirse que Paco Cumpián es un adiestrador de versos al ritmo de las cebras en su paso. En "Confín" hace una mezcla muy eficiente: sostiene en una mano la tradición y en la otra la vida que pugna con su ritmo frenético. Todo le sucede al hombre que sabe detenerse: el absurdo, la contemplación, la lenta cadencia de los astros, la "enfermedad mortal" que es vivir.