Dorothy Day (1897-1980) fue ante todo una mujer orgullosa de serlo, que apreció la familia como comunidad, donde se establece la relación entre lo personal y lo comunitario. Una mujer que amó el mundo, amó a su hija, a su familia, especialmente a su hermano pequeño, John, de quien le separaban catorce años, a sus amigos, a los hombres y a Dios. Anheló el amor humano y deseó fervientemente despertar al lado de un hombre. «Yo no podía ver que el amor entre el hombre y la mujer fuera incompatible con el amor a Dios».