Agota Kristof reunió en Da igual veinticinco cuentos que había escrito desde que se exilió de su Hungría natal y se refugió en Suiza, donde tuvo que aprender a hablar, leer y escribir en una lengua que no era la suya, como explica en su relato autobiográfico La analfabeta (publicado en 2004, apenas un año antes que estos cuentos). Así, estos son sus primeros textos escritos en francés, que mantuvo en reposo durante décadas, todavía insegura de su vocabulario y de su estilo, pero acuciada por la imperiosa necesidad de escribir. Son cuentos muy breves bañados en una atmósfera extraña y perturbadora, como pesadillas reveladoras, que corroboran la visión del mundo de Kristof como un lugar inseguro, hostil, en el que la desgracia puede manifestarse en cualquier momento.