Resulta llamativa la unidad lírica presente en Sombras, incendios y desvanes pese a la diversidad de voces, estilos y poéticas que congrega. Esta unidad procede de una cierta atmósfera plomiza pero siempre plena en hallazgos. Digamos que se trata de un expresionismo poético, un recorrido que abarca los distintos modos del saber de cada voz aquí recogida. Una herida, o su decidido restañamiento, recorre un ambiente, en un inicio más gris, y una naturaleza, real y humana, que se hace cada vez más fuerte, abierta, sólida. La solidez viene de las aguas que han regado esta raíz: Ovidio, Eminescu, Celan, Isanos? combustible que prende y arde fuego a estas voces que conversan con Frida Kahlo, Italo Calvino, sombras que se acompañan de sí mismas en profunda introspección sobre la historia y su posible devenir. Esta atmósfera se refleja a su vez en las formas poéticas y en los temas abordados: la destrucción, el suburbio, la acedía? pero también, en la reconstrucción de esa voz que han soñado y deseado. Las oímos, filólogas, filósofas, historiadoras, traductoras, editoras? Lúdicas, irreverentes, dueñas de su voz.