La portada de aire pop del libro explica muy bien lo que el lector va a encontrar dentro. Relatos breves y sin finales felices -también microrrelatos-, que subvierten iconos de todos conocidos, transportándolos a un mundo cotidiano y amargo, pero, como no podía ser de otro modo, llenos de humor. Por su páginas desfilan personajes de Disney, el propio Bill Murray -o más bien un personaje de una de sus películas-, Serge Gainsbourg, La Bella Durmiente, Joey y Chandler de Friends, Luke Skywalker, enanos de circo y algún que otro escritor. Hasta el propio autor. ¿Cuentos morales? ¿Cuentos existenciales? No hay pretensiones trascendentes ni intenciones prescriptivas en estos relatos, si acaso la voluntad de extraer unas cuentas gotas de zumo más al gastado pellejo de la vida. Con ironía, ternura y experimentada maestría.