La orografía de este poemas es la de un campo lleno de limo, de arrastre del existir: pérdida y avance;desgarro que acaso obtenga devenir de ganancia. Con viven en sus poemas el «rostro borrado» de «lo que se engarza» y alcanza su unidad y el rastro de esas «telas sin tejer», de las amputaciones;hermosos árboles atrozmente talados. La mirada frontal al sin más de la pérdida. Sin embargo, aunque «perdimoslo intacto», «lo intacto nos despierta cada mañana con dedos mojado». esta preciosa modalidad de remanencia de la infancia parece indicarnos que solo la conciencia del exilio primigenio puede electrificar nuestra opción diaria y adulta de ser. Julieta Valero