En 1933, la Guía Michelin France crea su cuerpo de inspectores y otorga sus primeras tres estrellas. Tres de aquellos primeros siete restaurantes franceses honrados con la máxima distinción tenían a una mujer al frente de la cocina. Es la prueba de que las mujeres ya estaban ahí, en el nivel más alto de la gastronomía, por más que fueran discretas e incluso silenciadas. Tiempo después las siguieron cocineras al mando de todos los niveles de la restauración.En España, ya en las últimas décadas del siglo xx, chefas catalanas revolucionaron la restauración de Barcelona. Y, en paralelo, hubo chefas gallegas, vascas, madrileñas... Hasta nuestras primeras mujeres con estrella.Al margen de la nacionalidad de cada una de las protragonistas de este libro, sus biografías, con sus platos y anécdotas, son muestras de la diversidad de caminos que llevaron a la realidad actual, en la que muchas cocineras son por fin chefas al mando de cocinas y, a menudo, del restaurante.