De la belleza casi no se puede hablar, aparece y se pierde en un momento, en un lugar, en una experiencia. La belleza de la escritura surge en el encuentro de un texto y un lector, y dura mientras el encuentro dura. Así, este libro atraviesa otros muchos libros, registrando esos contactos con lo singular, con una voz, la huella de la mano que escribe. La belleza de la escritura procede de la energía que pone una lengua cada vez en acción. Aparece en la intensidad y tensión de las palabras, en su condición irrepetible, móvil, cambiante;en el filo de los detalles materiales, en la carencia y la violencia de la expresión, en su súbito impacto, cuando la escritura tiene vida propia, cuando se muestra como «lo que no se detiene».