Este libro nace de otro, homónimo, es su hijo unigénito, su «vida segunda», diría Salinas, su nueva voz. Quiero decir: mi nueva voz. Un canto derivado e independiente, que procede de su primera expresión —la de mi lengua materna, el italiano— y hoy se condensa en otro espacio, tiempo, idioma: el español, que es mi horizonte de elección. Para los teóricos y exégetas más rígidos, este poemario es fruto de una autotraducción (con muchos cambios y licencias, hay que subrayarlo...), un acto de comunicación interlingüística o, quizás, un mero ejercicio retórico exhibido por un escritor supuestamente (¿presumidamente ) bilingüe. Para mí, en cambio, es linfa vital, movimiento, gratitud, conciencia, todo lo que le pido a la poesía;una necesidad inflexible, el afán de sentirse parte de un mundo distinto en primera persona y en lengua segunda. Aquí está el reto de estas páginas, su profunda esperanza, su gloria verdadera. M. L.