Una aldea deshabitada, una flor superviviente, un viaje al corazón de la vida que perdura. La protagonista de esta historia vive en una aldea tan solo habitada por perros y salamanquesas. Todos los pueblos cercanos se han vaciado, todas las tierras parecen yermas. En la suya, o en lo que queda de ella, crece una flor que le recuerda los tiempos mejores. Que trae de vuelta la algarabía del pueblo y la fertilidad de los campos. Mantener con vida a esa flor es lo único que desea. Una visita inesperada le ayudará a emprender un viaje de autoconocimiento en el que se reencontrará con la vida que creía perdida y en el que aprenderá a cultivar la flor de sus desvelos. Para que ambas, pese a las lluvias y las ventiscas, florezcan.