Londres, 1978. Diana Spencer, de diecisiete años, asiste a un partido de polo en el que está la familia real británica. Dado que ella misma proviene de una de las familias nobles más respetadas del país, se mueve en este entorno como pez en el agua y comienza un coqueteo con el futuro rey de Gran Bretaña, que cambiará su vida para siempre: menos de tres años después, está de pie frente a tres mil quinientos invitados en la catedral de St. Paul y celebra la boda del siglo. Pero, aunque no consigue ajustarse al estricto protocolo la familia real y Charles no le devuelve su amor, Diana conseguirá encontrar su propio camino, y el mundo pronto estará a sus pies.