Todas las épocas han sido contemporáneas, pero lo contemporáneo ha sido siempre impreciso desde el presente. ¿Dónde inicia y dónde termina? ¿Cómo nombrarlo? "La época que comienza -pronunció Octavio Paz en su discurso del Nobel- no tiene nombre todavía. Ninguna lo ha tenido hasta convertirse en pasado. El Cid no sabía que vivía en la Edad Media ni Cervantes en el Siglo de Oro." Tratar de definirlo sugiere uan búsqueda que nos interroga;un modo de pensamiento que podría revelar algunas claves sobre cómo modificamos la totalidad de un paisaje. Pero ¿desde dónde presentar estas interrogantes si ese "futuro" no existe todavía? ¿Cómo analizar lo que aún no tiene forma? Cuando lo familiar se vuelve extraño, estamos ante los síntomas confusos e intempestivos de lo contemporáneo. ¿Cuáles son esos rasgos que definen nuestro presente? Boris Groys da tal vez con una clave que podría leerse como el leitmotiv de esta antología: "La Edad Media se preocupaba por la eternidad, el Renacimiento por el pasado y la modernidad por el futuro. Nuestra época está interesada, fundamentalmente, en sí misma". A través de singulare