Si alguna vez Carmen creyó que su vida era perfecta, hoy la misma le mostraba lo equivocada que estaba. La sumisión de aquellos días había sido su perdición, y hoy, ellos le mostraban que la vida le pedía cambios y que los cambios pedían exigencias. David y Ramón estaban atrapados, pero no perdidos. Sus machismos retrógrados fortalecieron toda existencia opuesta y entonces se cayeron las manecillas del reloj y el tiempo nos llevó al pasado, donde la eternidad no fue el fin de toda existencia. Las dudas, el análisis permanente de las situaciones y la soledad creyeron levantar un muro infranqueable, mas el cuerpo tiene sus debilidades y la razón no puede entenderlas, sin embargo, nos seduce entre lo erótico y los principios adversos. Una guerra de valores y principios abren las puertas a una novela de lectura ágil y de palabras simples que se identifica con cada lector, más allá de lo vivido, porque nada se desmorona si luchamos por estar en pie.