La industrialización ha provocado la sobrevida de los países europeos más allá de sus posibilidades y, por medio de la saturación del consumo, el retraimiento tanto de la filosofía como de cualquier teoría no aprovechable por el sistema. Entre la opinión pública y el cinismo, entre los partidos políticos y los grupos poderosos, el pensamiento se atrofia a medida que se hace humo su capacidad de realizarse.