Las primeras y últimas páginas de este libro quieren infundir esperanza. El resto critica con dureza las mentiras de la publicidad digital. ¿Por qué se ha convertido en un problema una tecnología que ofrece tanto conocimiento y placer? ¿Cómo pudo volvérsenos en contra algo que disfrutamos tanto? La respuesta es que se nos ha ido de las manos. Peor, la industria de datos controla las nuestras cada vez que las ponemos sobre un teclado. Lo que hacemos, vemos e imaginamos al usar un dispositivo digital está, en gran medida, programado. Nuestra actividad y nuestra mirada han sido secuestradas por las pantallas. Este texto pretende servir de autoayuda y autodefensa. Vivimos sobre-saturados y rebasados por la realidad virtual. No podemos procesarla y darle sentido. Tampoco controlarla, para usarla en nuestro interés. Pero la tecnología puede ayudarnos a construir y proteger proyectos de vida, personales y colectivos. Sirve para anclarlos en el presente y abrirlos al futuro. Cerrar Internet o prohibir los móviles, aparte de imposible, sería tan absurdo como ilegalizar la comida para combatir la obesidad.