Contra la ética de la verdad significa a favor de una ética de la duda. Más allá de las apariencias, la duda no es en absoluto contraria a la verdad, sino que, en cierto sentido, implica su afirmación. Contiene por tanto un elogio de la verdad, pero de una verdad que debe ser siempre re-examinada y re-descubierta. A lo que es contraria la ética de la duda es a la verdad dogmática, que es aquella que quiere fijar las cosas de una vez por todas e imposibilitar o descalificar la crucial pregunta: «¿será realmente verdad?». Impedir la expresión de la duda es el acto más innatural, incluso aunque sea realizado en nombre de la «justicia natural» o de la «ley natural». La «naturaleza de las cosas», cuando es usada como arma contra la duda, se contradice a sí misma, dirigiéndose contra la «naturaleza del ser humano». La ética de la duda no significa en absoluto sustraerse a la llamada de lo verdadero, de lo justo, de lo bueno o de lo bello, sino justamente intentar responder a esta llamada en libertad y responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás. Los textos aquí recogidos son el producto de la reelaboración de algunos breves ensayos, publicados principalmente en la prensa italiana, o preparados como intervenciones en congresos. El orden seguido en la recopilación no es cronológico sino lógico, y puede ser idealmente presentado del siguiente modo: desde la relación Estado-Iglesia, ciudadanos y creyentes, hasta la ética laica, a través de las virtudes y dificultades de la democracia.