Frente a la reducida visión de los especialistas, Rudolf Wittkower pone de relieve en esta obra cómo las diferentes culturas del este y el oeste pueden inspirarse recíprocamente sin por ello perder su originalidad. Esta peculiar «migración de los símbolos» la estudia Wittkower en la difusión mundial del motivo de «el águila y la serpiente» y, sobre todo, en las maravillas, monstruos y portentos que, vistos o imaginados en oriente, según el testimonio de Megástenes, Marco Polo y otros viajeros, pasaron a ser parte de la cultura europea. El otro gran tema del libro es la forma plástica de la que se han revestido en el arte occidental ideas tan significativas como las de Tiempo y Virtud, Paciencia y Ocasión, Muerte y Resurrección, junto con los intentos hechos en los albores del Renacimiento italiano para dar nueva vida a los jeroglíficos egipcios, entendidos como recipientes de una recóndita sabiduría. Rudolf Wittkower fija también su mirada en el «lenguaje gestual» que tanto llama la atención en las figuras de santos y ángeles de El Greco, reconstruye los pasos dados por Tiziano hasta pintar La religión socorrida por España, según puede ser contemplada en el Museo del Prado, y completa el círculo de sus indagaciones esclareciendo, con erudición y agilidad, la relación de la imagen y el concepto, la percepción y la interpretación, así como los diferentes niveles de significación que cabe hallar en los símbolos visuales.