La imaginación juega un papel decisivo en la compasión. Compadecerse es ponerse en la piel del otro, sufrir con su sufrimiento, pero para esto es imprescindible la imaginación. Uno debe representarse mentalmente el dolor del otro para poder comprender la gravedad de su situación. En este punto tiene mucha relevancia la sensibilidad, la visión, la audición, lo que captamos del otro. Pero la compasión no se activa inmediatamente con esta representación física, sino que requiere además imaginación.Francesc Torralba Roselló (Barcelona, 1967) es doctor en filosofía por la Universidad de Barcelona y en teología por la Facultad de Teología de Cataluña. Ha publicado una cuarentena de libros, la mayoría relacionados con la filosofía, la ética y su aplicación en la vida diaria y personal. Destaca Cien valores para una vida plena (Editorial Milenio, 2003) y sus últimos grandes éxitos han sido Vida espiritual en la sociedad digital, El arte de saber estar solo y El arte de saber escuchar (Editorial Milenio, 2008), del que se han vendido más de 15.000 ejemplares, tanto en castellano com en catalán, y ha sido traducido al alemán, italiano, portugués y francés.