Sobre el poeta de Andalucía la Baja, Fernando Villalón, se ha escrito mucho, pero nunca una semblanza que, sin olvidar sus versos, refleje su arrolladora personalidad como mago gris, alquimista, nigromante, astrólogo, jinete, radiestesista y ganadero fracasado en su empeño de conseguir encastar toros con los ojos verdes. El sacristán del diablo es una síntesis de la apasionante «vida mágica» de Fernando Villalón, donde se recogen los sucesos sobresalientes -y algunos totalmente desconocidos- de una existencia desbordante y, al fin, desbordada. Villalón seca las fuentes de una localidad para castigar a las adúlteras;un día se retrasa en acudir a su tertulia porque, según a, había tenido que ir a la estación del tren para despedir al Anticristo y, cuando muere su administrador, lo «pasea» durante toda la noche, en un coche fúnebre, por las calles de Sevilla. Biografía inverosímil, pero rigurosamente cierta de un poeta que ha de exiliarse en Madrid, Conde de Miraflores de los Ángeles y garrochista de lances para la historia. Manuel Barrios es uno de los nombres más destacados de la nueva narrativa andaluza. Su prosa, ha dicho el eminente filólogo Manuel Alvar, «parece inspirada en los cantes de su tierra». En este caso, unos cantes entre dramáticos y festeros.