Nuestra cultura está atravesada, desde la Edad Media hasta nuestros días por un filón de oro, por un verdadero tesoro. Son los textos de la mística femenina o, como la autora prefiere decir, de la teología en lengua materna, porque "mística" y "místico se han convertido en etiquetas que corren el riesgo de aislar entre especialistas palabras y experiencias que pueden estar en nuestra mente como el pan en la mesa: preciosas y corrientes. Este libro está dedicado al Dios del que hablan esos textos y esas mujeres, tomados por al autora como los textos de una auténtica y propia revelación femenina.