Domingo es la continuación de un verso inacabado, el envol- torio color plata de lo que desenvolvemos deprisa y saborea- mos despacio. Es un ser mítico gigante, eterno y sin nombre, un brazo de mar que arrasa un carrusel vacío. Son miles los domingos acumulados en el cuerpo, instantes de palabras vacías y personas fugaces. Ráfagas de belleza y hastío, días letárgicos en la desgarradora certeza de un mo- mento que no volverá jamás.