La prosa poética y los versos que recorren esta obra nos hacen mirar hacia lugares desconocidos, quizá imaginados o a nuestro alrededor más cercano y cotidiano. La extrañeza y la melancolía son los lenguajes que utiliza Lezón para derrotarnos, como esa mirada perdida y solitaria de los ciervos que hipnotiza y nubla la visión que tenemos de nosotros mismos. Los minúsculos latidos son palabras que se unen, metáforas que nos acercan a fragmentos de vidas, donde hay bosques y lagos, nieve y luces, grietas, amor y silencios. Los poemas de Ricardo Lezón, como sus canciones, esconden mucha verdad y un camino. Solo hay que dejarse llevar.