Somos seres incompletos, irremediablemente dependientes, afortunadamente inconclusos. Somos medialunas que menguan en soledad y que crecen hasta llenarse en compañía. La sombra de la desunión que se cierne sobre nosotros es alargada. Y los monstruos que nos acosan tienen nombre y cara: se llaman desconfianza, incomunicación, silencio, distancia. Para combatir estas amenazas únicamente contamos con una solución: consolidar nuestros vínculos, apretar nuestros lazos. Solo estando juntos podremos obrar el milagro de hacer frente a una existencia cada vez más poblada de lejanías y vacíos. ¿Estaremos juntos?, ¿no lo estaremos? Juntos suspensivos...