Cuidaré tu voz como los niños cuidan las semillas que sus [profesores les dan para que crezcan en un recipiente de yogur. Adoraré tu risa como si fuera la melodía que inicia el carnaval, como si fuera el pistoletazo de salida de una carrera solidaria. Acariciaré tus manos, únicas mantas que necesito en mis próximos inviernos. Protegeré tus huesos como cimientos que son del edificio que [habito. Caminaré tu piel con el mismo cuidado con el que el lince camina la montaña. Apostaré siempre por ti, caballo ganador. Y nunca dejaré que mis sombras te den miedo. Créeme, ahora sí, los buenos ganan.