Estamos ante un ejemplo de lo que supone estar entero. Los naturalistas somos sumas. Primero nos sumamos a los paisajes, luego admiramos y estudiamos la vida espontánea y, casi siempre, acabamos sumando la NATURA a la CULTURA. Hacemos arte con lo que ya lo era. Incluimos. Somos incluso multiplicación cuando conocemos y sentimos. Estás, lector, ante una persona y un estilo literario que, tiende y a menudo logra, el mejor injerto. Así son estos relatos. Pura Cultura destilada a partir de las vivaces vivencias de la Natura que el contacto con el derredor ha proporcionado a uno de nuestros naturalistas más auténticos y cultos. Juan Goñi conoce el mundo natural de primera mano, sin intermediarios, dando todos los pasos del mundo a través de los diferentes paisajes, sobre todo de su hogar navarro. Por tanto estamos escribiendo sobre una suma más. Porque a las historias que la vivacidad nos cuenta a cada paso, y recuerdo que son las más intensas y numerosas, Juan añade los elementos propios de su capacidad creativa. Incluye incluso las sugerencias que vienen de la, también tantas veces olvidada, cultura rural. Añadiendo lo externo a nosotros mismos a la propia identidad alcanzamos una de las más coherentes delicias posibles en este mundo. Sumamos y nos acercamos a la condición de convivenciales. Esto de ganarle la partida a las poderosas restas es un empeño tan difícil como necesario. Pero para empezar a estar enteros nos va a ayudar, y mucho, este libro del muy completo Juan Goñi. Suma, pues, tus ojos a las páginas que a continuación se despliegan con la misma hermosa verdad que los bosques, los ríos y las cordilleras que su autor ama