En 1909, mientras media Barcelona ardía durante los graves disturbios de la Semana Trágica, aún resistían los últimos legendarios bandoleros andaluces. El ejército del hampa estaba formado por un universo fascinante: dronistas, sirleros, espadistas, ratas de hotel y, por supuesto, apaches, tipos tatuados que cruzaron la frontera francesa y se establecieron en España. Pistoleros de extrema derecha se enfrentaban con grupos anarquistas expertos en el uso de la star y, con frecuencia, unos y otros podían encontrarse en cabarets, cafés-cantantes, siniestras tabernas donde se reunían golfos y randas, matones y bohemios. Al mismo tiempo, surgían grupos terroristas como La Banda Negra, dirigida por un oscuro y falso barón...