De lo breve, de lo ubicuo nos sitúa en el territorio de la búsqueda personal, de ese crearse y recrearse a sí mismo, en este caso a sí misma, durante el transcurso de la vida, bebiendo de la fuente de los sueños, el dolor, el temor a la muerte, la muerte misma, y la incredulidad en la existencia de un Dios típico y tópico, pero con la creencia en una fe personal en lo que es eterno, que pervive y que triunfa ante la muerte. La autora no solo se expresa con la palabra, sino que sabe juzgarla y eso la ayuda a la hora de escribir este poemario marcado por el desarraigo, por el exilio, de una manera brutal.