1963. Un niño nace y crece en el que a la postre se convertirá en el último patio de vecinos de Sevilla: una corrala insalubre, pero también un palacio decadente, donde las familias se hacinan en unas condiciones más propias del siglo XIX que del desarrollismo de la segunda mitad del XX. Pero al mismo tiempo, este singular modelo residencial también genera un peculiar sistema de relaciones humanas, donde la privacidad tiene un significado muy diferente y la soledad carece de sentido. A lo largo de los ocho primeros años de vida del protagonista, los diferentes inquilinos de la finca constituyen un microcosmos singular, y componen con sus murmuraciones y certezas, sus miedos y esperanzas, un relato coral de evidentes tintes autobiográficos que el niño sólo observa, silencioso y absorto.