Los itinerarios compostelanos se han multiplicado en las últimas décadas, y a los caminos "mayores" (Francés, Norte, Primitivo, de la Plata, Portugués, etc) les han salido competidores... Pese al actual maremágnum de rutas, nadie discute la primacía del Camino Francés, esa «autopista jacobea» en la que desembocan las cuatro grandes vías procedentes de Francia, que ya fueron consignadas en el libro V del Códice Calixtino allá por el siglo XII. Nuestro Camino de Santiago comienza su andadura con estas palabras del escritor de viajes Antón Pombo, quien junto al pintor Zacarías Cerezo -ambos peregrinos impenitentes- interpretan, a través de su mirada y de sus palabras, las claves de este simbólico itinerario que describimos desde el sur de Francia hasta tierras gallegas en dirección a occidente: escenarios y paisajes de trascendental significado desgranados desde los pasos pirenaicos por Somport o el Col de Bentartea y el collado de Lepoeder hasta su encuentro con el fin del mundo en aguas atlánticas. En tierras galas la mirada de Zacarías Cerezo se detiene en los bucólicos paisajes del valle pirenaico de Aspe y en los hayedos que conducen hasta los pastos de altura de Somport o en la bella plaza histórica de la Baja Navarra de Saint-Jean-Pied-de-Port. Una vez culminadas las etapas pirenaicas, sus acuarelas plasman delicadamente los hitos y las villas más destacadas de las dos vías que dan lugar en España al Camino Aragonés con entrada por Somport y el Camino Navarro a través de Roncesvalles. Desde Puente la Reina -confluencia de los ramales navarro y aragonés-, nuestra peregrinación discurre en dirección al valle del Ebro y los viñedos riojanos hasta Santo Domingo de la Calzada, para adentrarnos en las llanuras cerealistas de Castilla y León y su valioso patrimonio artístico, la Tierra de Campos, los pueblos maragatos y el Bierzo -antesala de Galicia-, donde nuestros pasos nos conducirán hasta Compostela, Fisterra y Muxía en la Costa da Morte.