Para satisfacer las expectativas de sus padres y conseguir su afecto, muchos niños se ven impelidos a realizar esfuerzos desmesurados para convertirse en lo que desde su más tierna infancia se ha esperado de ellos. Adoptan entonces, con brillantez y éxito, el papel que los demás quieren que representen, pero no se permiten expresar sus sentimientos, han perdido ya su identidad, es decir, toda relación con su verdadero «yo», y en consecuencia sólo pueden manifestar esos sentimientos reprimidos mediante depresiones o comportamientos compulsivos. Cuando les llega el momento de ser, a su vez, padres, no pueden sino infligir a sus hijos la represión que ellos mismos sufrieron. Reconocer hasta qué punto uno ha negado sus sentimientos más intensos (ira, angustia, miedo, dolor?) es, como demuestra la prestigiosa psiquiatra Alice Miller, un primer paso para recuperar la identidad. Mediante ejemplos clarificadores, El drama del niño dotado, una obra ya clásica, analiza las causas de la represión afectiva y explora los caminos en la búsqueda del verdadero yo.