¿Y si ocurriera que, en realidad y aunque no nos percatásemos de ello, estamos sometidos a una permanente propaganda de guerra que, en todas las cuestiones de nuestra vida cotidiana nos dice no sólo lo que tenemos que hacer y pensar, sino también lo que tenemos que sentir, padecer y gozar? ¿Y si ocurriera que esa propaganda diaria de guerra fuera tan perfecta, sutil, adaptable y flexible que no se percibiese a simple vista, o sea fuera invisible e imperceptible en sus formas pero no en su contenido y menos aún en sus efectos inhumanos? ¿Y si ocurriera que, por poner un ejemplo, esa invisible propaganda diaria de guerra ha logrado también, como en otros muchos casos, hacernos creer que no ha existido el uso militar del uranio empobrecido como, según juran y perjuran los EE.UU nunca ha existido la guerra biológica contra la agricultura y la economía cubana? ¿Y si ocurriera que no sólo se trata de la ocultación del empleo del uranio empobrecido sino también de la ocultación de experimentos en vivo de potentísimas drogas con humanos vagabundos para poder aplicarlas luego en defensa del estado y de su democracia? ¿Y si resultara que....?