Si uno de los momentos más gratos de toda aventura editorial residen en el descubrimiento de una voz nueva, con la publicación de La soledad del cometa en KRK Ediciones hacemos realidad ese raro instante del deslumbramiento. Ni dirty realism, ni hiperrealismo estetizante, ni realismo social puesto al día. La prosa de Luis Rodríguez, en la cual pueden rastrearse huellas de literaturas decisivas (Beckett, Bernhard, McCarthy), implica el descubrimiento de una prosa singularísima que, en torno a una historia de sexo y destrucción, organiza su original material narrativo. Construida sobre tres de los pilares expresivos de la contemporaneidad (el fragmento, la elipsis y la ambigüedad de la voz narrativa), La soledad del cometa indaga en una de las grandes cuestiones de la modernidad literaria: la pregunta por la identidad del sujeto y el sinsentido de su peripecia. Para ilustrar esa pregunta, Luis Rodríguez se sirve de un lenguaje despojado hasta el extremo -aunque a la vez dotado de una resonancia inusual, a medio camino entre la autopsia como inspección personal y la poesía como bálsamo contra la ferocidad del mundo- y apuesta por una crudeza implacable tanto en la narración del discurso interior como en la plasmación de la realidad circundante. El resultado es un texto tan conciso como inolvidable: pura dinamita verbal.