Digno de formar parte de una novela de detectives, el descubrimiento de los únicos vestigios que dan testimonio del primer incunable (libro impreso con anterioridad al siglo XVI) mallorquín, es debida a la perícia del erudito Antonio Rodríguez Moñino, que rescató las páginas de nuestro Breviari custodiadas en el interior de las cubiertas de otro libro, título del cual jamás reveló.