La sonrisa del observador compila las esencias de la extensa obra literaria compartida por Fernando García Calderón con su camarada y confidente F. Laboa, testimoniando el amor profesado tanto al relato con vocación de novela como a la miniatura que habita la página aislada, mundo plano sin finisterre ni posibilidad de conquista. Fragmentado en siete bloques diversos, su mejor sumario lo ofrece el jurado que premió el segundo de ellos — da título al libro— “por la magnífica estructura literaria del relato y por conseguir transmitir, mediante un lenguaje ágil y culto, el calor humano de un personaje que lucha contra la soledad”. Una lucha que da cabida a todas las emociones, a todos los sentimientos, desbordando la condición del héroe hasta alcanzar el olimpo de los mortales.