Si las teorías científicas son racionales en cuanto controlables, es decir falsificables mediante el recurso a los hechos, ¿qué ocurre con las teorías filosóficas, que no son factualmente falsificables? Este interrogante neurálgico constituye el núcleo en torno al cual giran las argumentaciones del presente volumen. Argumentaciones orientadas a definir, en la línea del racionalismo crítico, criterios precisos para valorar y elegir teorías filosóficas racionales y que, por tanto, no navegan en las aguas turbulentas de la más arbitraria subjetividad. Dentro de este horizonte, el autor despliega útiles consideraciones sobre cómo y por qué enseñar historia de la filosofía.