Dani se despierta de madrugada en su cocina junto a una lata de refresco rayada y aplastada. Nunca había sido sonámbulo y además no será el único suceso perturbador del día pues unas horas después desaparece un niño autista, hermano pequeño de Zoe, una compañera de clase. Marcos Portela solo tiene nueve años y un equipo de la Guardia Civil, dirigido por la madre de Dani, empieza a buscarlo por los bosques y los ríos de los alrededores del pueblo gallego de Os Peares. Esa misma noche Dani vuelve a despertarse en la cocina rodeado de latas aplastadas como un acordeón y se queda muy angustiado pues desde que murió su amado abuelo no levanta cabeza.