La tensión dialéctica que ha caracterizado a lo largo de los siglos a ambas categorías y el dualismo institucional que se ha creado entre el poder religioso y el poder político le han permitido a Occidente la conquista de sus libertades, desde el Estado de derecho hasta la propia democracia. Hoy, ya desvanecido todo proyecto utópico, el declive de Europa no puede ser leído solo como corrupción de las reglas y de las instituciones, sino como consecuencia de una crisis de la civilización. Profecía y utopía, términos claves de la civilización europea, ante su ocaso.