Si tienes un amigo o una amiga que acaba de divorciarse, no le compadezcas: ¡dale la enhorabuena! Si eres tú quien ha pasado por el molesto trámite, ¡felicidades! Porque, una vez superados algunos inconvenientes (hacerse respetar por los hijos ahora que solo hay un adulto en casa, elegir un hogar, encargarse de engorrosas tareas de las que hasta ahora se ocupaba el otro o la otra léase poner una lavadora o cambiar el aceite al coche, gestionar la maltrecha economía, reactivar la agenda social, entablar nuevas relaciones), los miembros de tan envidiable club afrontan lo mejor de sus vidas. Los protagonistas de estas páginas lo demuestran. Cinco mujeres y cinco hombres que no existen cuentan sus historias en este texto inclasificable que no es un libro de relatos, ni un manual de autoayuda, ni una pieza humorística, pero que, a la vez, aúna todos esos géneros. Con una moraleja: en esta vida, siempre, mejor, ser autosuficiente.