En la Exhortación Apostólica Evangelium Gaudium el Papa Francisco nos propone una Iglesia que pase del dogma al kerygma: pasar de las formulaciones de fe que encapsulan el mensaje de Jesús, al anuncio de la Buena Noticia encarnado en la propia vida. Kerygma viene de kerysso, y lo encontramos en el capítulo 4 del evangelio de Lucas cuando a Jesús le entregan la lectura de Isaías en la sinagoga y lee “El Espíritu de Dios descansa sobre mí porque he venido a anunciar la Buena Nueva a los pobres y a proclamar a los presos la libertad”. Este “proclamar” es kerysso, por tanto el kerygma es el centro del Evangelio. El Papa no hace otra cosa que pasar del dogma al kerygma y del magisterio a la mistagogía: cómo ayudar, cómo seducir, cómo invitar a las personas a tener los ojos abiertos a la dimensión transcendente en la vida personal y comunitaria. La institución eclesial no debe protegerse a si misma, no debe anunciarse a si misma, no debe autoreferenciarse sino que ha de estar siempre dinamizada por la misión y la misión es el kerygma: anunciar la Buena Nueva a los pobres.