Dos historias paralelas, pero diferentes. Para ambas, el punto de partida es el mismo: la conversión al cristianismo, mayoritariamente forzosa, de judíos y musulmanes a inicios de la modernidad, y la consiguiente creación de dos nuevas categorías sociales, los judeoconversos y los moriscos. Dos historias diferentes, pero paralelas. Ambos grupos de «nuevos cristianos» tenían mucho en común: el miedo, la incertidumbre, la solidaridad y la traición, el peligro constante de denuncia y persecución.