Flotas de naves colosales abandonan Terra en pos de una misión vital: estabilizar el Imperium Sanctus tras la aparición de la Gran Fisura. El Primarca Resucitado, Roboute Guilliman, dirige una gran fuerza al mundo santuario de Gathalamor, donde las rutas que atraviesan la disformidad son lo suficientemente estables como para permitir que la flota acuda al rescate de la mitad sur del Imperio. Pero el Regente Imperial recibe graves noticias. Las advertencias en torno a la existencia de una antigua civilización, sumadas al inquietante silencio de las tropas encargadas de guardar Gathalamor hasta su llegada, lo llevan a enviar una avanzadilla para reconocer el terreno. Al frente, Achallor, Capitán Escudo del Adeptus Custodes. Una vez allí, Achallor descubre un mundo al borde de la destrucción, donde las fuerzas imperiales han sido derrotadas y los siniestros secuaces de Abaddon el Saqueador han desenterrado un antiguo mal: un arma que podría amenazar al Primarca e incluso al Trono de Terra...