La creación del archipiélago por la pareja incestuosa Izanagi e Izanami, el descendimiento a la Tierra del ancestro de la estirpe imperial, el origen de la muerte y la vegetación o la disputa entre la diosa del Sol y el alborotador cósmico Susanowo son solo algunas de las leyendas japonesas que, lejos de ser un fósil cultural, dan testimonio de una forma de pensar basada en los mitos que sigue muy viva. Recogida en el Kojiki y el Nihon shoki por orden imperial en los umbrales del siglo VI, la mitología japonesa conserva la memoria de la cultura arcaica de Japón y constituye al mismo tiempo un verdadero repositorio de casi todas las mitologías de Asia oriental y nororiental. Alain Rocher esboza en 100 leyendas un panorama de la riqueza y originalidad de esta mitología, que no tiene nada que envidiar a las existentes en la cultura grecorromana, nórdica o hindú.