La crítica ha reconocido sin dificultades la evidencia que golpea de inmediato al lector de "Las muertas": estar ante una obra maestra. Y es que este libro, que sin duda se encuentra entre los mejores trabajos de Jorge Ibargüengoitia, arrebata inmediatamente gracias al brillo especial de las virtudes que caracterizan el conjunto de la obra del autor de Guanajuato: estilo directo pero elegante, personajes reconocibles pero memorables, situaciones absurdas pero realistas (o, incluso, reales), etc. En algunas de estas cualidades, tales como la división de la trama en escenas, la fuerza de los diálogos o la concisión de las descripciones, que en ocasiones rayan en la acotación, reconocemos la impronta del teatro, género en el que Ibargüengoitia se inició en la literatura. Sin embargo, estas virtudes de dramaturgo vienen de la mano de técnicas novelísticas muy maduras, todo ello salpimentado con el humor negro que caracterizaba al mexicano y que en "Las muertas" llega a extremos tal vez inquietantes.