Toda la producción literaria de Galdós lleva la impronta de sus grandes dotes de observador y de su enorme capacidad inventiva. A esto se añade sus reflexiones sobre cuestiones estéticas que dotan a muchas de sus obras de una dimensión metaficcional. «La incógnita» y «Realidad» son dos ejemplos particularmente descollantes, por el propósito que movió a Galdós a escribir una novela epistolar («La incógnita») que se metamorfosea en una novela dialogada («Realidad») que acaba a su vez en una versión teatral. Las dos novelas representan para algunos críticos la ruptura con el naturalismo y el comienzo del psicologismo y el espiritualismo. Más que una ruptura, podría hablarse de un nuevo experimento galdosiano: desde el análisis interior de los personajes impulsar aún más los principios en que se fundamenta la escritura naturalista. En «La incógnita» y en «Realidad» encontramos, así, la vieja fórmula galdosiana: el espíritu necesita de la materia como la materia del espíritu.